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viernes, 6 de febrero de 2015

MALAGA Y CARTAGENA

No cabe la menor duda que, este mundo de Internet, enriquece y sirve para intercambiar experiencias y conocimientos. Y que muchas veces, como me ha ocurrido en esta ocasión, causa enorme sorpresa comprobar como el intercambio de datos conduce a unir eslabones de la historia, de nuestra historia, que indudablemente sirven para profundizar mas en el conocimiento de las raíces  de la Semana Santa. 
El caso concreto, que nos ocupa hoy, es la unión e influencias entre las manifestaciones religiosas de Semana Santa de Málaga y Cartagena. 


Anoche, un lector malagueño que no tengo el gusto de conocer, se ponía en contacto conmigo para darme a conocer y a través de este blog a todos los lectores de "este lado del Mediterráneo" (como él mismo nos llama) un interesante estudio que está realizando (este año verá la luz la segunda parte) sobre la semana santa malagueña y la cartagenera. La unión entre ambas por el arte de los pasos, la imaginería, la forma de procesionar, los enseres e incluso las distintas túnicas penitenciales. 

El cordón umbilical que une, mas que separa, a estas dos grande urbes del Mediterráneo español que tienen mas en común de lo que a primera vista pudiera parecer.

El autor del trabajo es Alejandro Marina y de sus amables palabras, en el correo remitido, se desprende que está realizando un amplio estudio académico sobre el arte y la unión entre Cartagena y Málaga. O lo que es lo mismo, me permito llamarlo así, "El arte en el Mediterráneo" pues Valencia también tiene un protagonismo especial en esta unión. 
Como quiera que se ha dirigido a mi para dar difusión a su trabajo academicista lo hago con sumo gusto y me permito, así se lo he hecho saber, la copia y reproducción de su interesantisimo articulo en este Blog murciano SOMOS COFRADES.

Ojala sea del agrado de todos ustedes y enriquezca sus conocimientos. A mi, personalmente, me ha parecido interesantísimo. 



Pasiones bañadas por el Mediterráneo.

Cuando llega enero me viene a la memoria aquel escalofrío que me produjo ver por primera vez una obra de Luis de Vicente Mercado. Estaba por aquel entonces en Cartagena por obligación, no existía internet y la bibliografía disponible era únicamente la publicada por Agustín Clavijo, además de las históricas de Llordén y Federico Gutiérrez. Aquella visión me parecía imposible, pues tenía ante mí las únicas obras que aún quedaban intactas del que sin ninguna duda, fue el artífice de lo que muchos han denominado “trono malagueño”.

Resulta curioso que un granadino siente las bases de una forma artística que se toma como auténticamente malagueña y que el único lugar que aún conserva obras suyas sea Cartagena. Es esta curiosidad la que espero pueda traducirse en un estudio más pormenorizado, pues parece que todo lo que no sean afluencias al mismo río, no tiene relación alguna con Málaga y no merece la relevancia que sería de justicia reconocer. Ironías aparte sobre ríos y playas, hagamos un viaje en el tiempo y en el espacio, un itinerario por nuestro pasado en busca de lugares que estoy seguro, les sorprenderá.

Comenzamos recordando las “Grandes Fiestas de Invierno de 1914-1915” en la que los Carnavales se configuran como la gran fiesta social de la ciudad. La Semana Santa de 1915 fue paupérrima con solo 5 procesiones, si bien estrenaba el primer palio bordado, obra del valenciano Juan Bautista Gimeno para la Soledad del Sepulcro. Hay cierta ansiedad cofrade en la ciudad por engrandecer la Semana Santa, por hacerla la gran fiesta que dé respuesta a los intereses de la oligarquía dominante, como son la moral y los negocios, es decir, el adoctrinamiento religioso que la ley del candado del liberal Canalejas de 1910 ponía en peligro, y las grandes posibilidades comerciales que el turismo de invierno ofrecía cual Costa Azul a la española.

                           
        Trono de la Soledad. Primer palio bordado. Foto 1920-21. Trono de Aurelio Ureña. Esperanza 1916.

Llega la Semana Santa de 1916 y nuevamente surge Valencia con el taller de Aurelio Ureña Tortosa (1861-1939), escultor imaginero de talla en madera que realiza el nuevo trono para la Esperanza, la segunda en Málaga con palio de bambalinas bordadas. La elección de Valencia para importar arte pasionista fuera del ámbito granadino tiene muchos factores como veremos más adelante, pero fundamentalmente eran provocados por el respeto nacional que tenían los artistas formados en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, cuyo reconocimiento internacional se veía reforzado con una importante influencia en la Villa y Corte de los grandes maestros Sorolla y Benlliure. Al mismo tiempo, el desastre del 98 y la pérdida de los tradicionales mercados atlánticos de la industria malagueña, hacen que el comercio mediterráneo produzca relaciones más estrechas, que se verán muy reforzadas con el comienzo de la Guerra de Marruecos y posteriormente la Gran Guerra europea.

Las aventuras efímeras de la dolorosa de La Puente, que luego pasaría a llamarse Paloma, a tierras de la antigua corona aragonesa, para procesionar un trono gótico con palio bordado realizados en Zaragoza y que solo saldrá en 1917, junto con el experimento de “hierros viejos” que hizo el Nazareno del Paso en 1918 en talleres de Madrid, parece que nada convencen y las intenciones solo sirven de escarnio a la melindrosa lengua cofrade de entonces. La crisis de subsistencia, la guerra, junto con la incertidumbre política, escenario descrito en el anterior artículo “Lo que es y lo que debería ser la Semana Santa de Málaga”, hará que todo siga igual, pero como un tapón que no deja salir la energia burbujeante que impone el sistema de valores que inútilmente intentó modernizar Canalejas, y que serán los que nuevamente dominen a partir de 1920: orden, religión, patria, familia y monarquía.

En 1921 se produce un estreno que no debiera pasar desapercibido, como es que el nuevo trono de la Soledad de Santo Domingo realizado por el antequerano Francisco Palma García incorpora 48 luces eléctricas. No he encontrado referencias anteriores a este estreno sobre el uso de la luz eléctrica en los tronos, por lo que tomo esta referencia como la primera de nuestra Semana Santa. El uso del acetileno y la luz eléctrica para la iluminación de los tronos durante toda la década de los 20, es una de las notas más características de este período, pues no en vano es la luz el elemento fundamental para la teatralidad barroca de las procesiones, convirtiéndose en uno de los pilares estéticos de las procesiones de aquellos años.

                         
Trono Nazareno del Paso [Arguval]. Trono Soledad de Mena [Arguval]

Tras el éxito de la Semana Santa de 1921, se descorcha la esencia cofrade de la ciudad y las cofradías más asentadas desde comienzos de siglo, la Esperanza y el Sepulcro, son las que van a provocar el salto cualitativo. Pero antes de centrarnos en la Esperanza, nos quedamos en el estreno que nuevamente la Soledad hará en 1922, el trono de la Casa Orrico de Valencia, importante fábrica de orfebrería religiosa con su famoso plateado Orrico.

La aparente coincidencia de repetirse el nombre de Valencia en los emblemáticos proyectos procesionales realizados hasta ese momento, como son los tronos de la Esperanza y la Soledad, no es anegdótica. Encontrar las razones de ir a Valencia a satisfacer las primeras necesidades de arte religioso, supone remontarse a un hecho crucial que lo explique, como fue la rehabilitación religiosa que promulgó la restauración borbónica con la Constitución de 1876 y que supuso dar nuevos bríos al arte religioso. En este sentido, el centro de arte religioso más conocido y creado en 1880, fueron los talleres de Arte Cristiano de la localidad gerundense de Olot, los cuales aprovecharán la gran capacidad distribuidora del puerto barcelonés y los canales comerciales de la industria catalana, para difundir sus obras por todo el mundo. Precisamente este año de 1922 procesionará por primera vez una imagen de Jesús a su Entrada en Jerusalen procedente de los afamados talleres olotinos, que se sumaba al anterior estreno en 1917 de la imagen del Sepulcro de los mismos talleres.

                          
     Publicidad 'Casa Orrico' [Anuario eclesiásticos]. Publicidad 'Pío Mollar' [La Saeta 1927]

El puerto de Málaga acrecienta su relación estratégica con Barcelona, Valencia y Cartagena tras el estallido de la Guerra de Marruecos que comenzará poco después de la Conferencia de Algeciras de 1906, por la que España se reparte Marruecos en protectorados con Francia. Esta situación junto al hecho de ser en su mayoría comerciantes de la ciudad los que impulsen la Semana Santa, hace suponer que el contacto con estos artistas y talleres levantinos tuviera un fundamento más en la actividad meramente comercial que en la artística y que tendrá su máximo reflejo en las obras de Pío Mollar Franch.

La archicofradía del Paso convoca en 1921 un concurso nacional para un nuevo trono para la Esperanza, del cual resulta ganador un maestro de la Escuela de Bellas Artes de Granada, su nombre Luis de Vicente Mercado, que estrenará su obra el Jueves Santo de 1922, marcando el punto de inflexión en la tipología del trono malagueño moderno. Aún cuando sigue la tipología del cajillo decorado con cartelas e imaginería realizados por artistas locales hasta ese momento, el efectismo retabilístico que propone esta obra barroca genera un gran atractivo formal y visual, como nunca antes se había conseguido para un elemento procesional tan característico como es el trono. Luis de Vicente realizará siete tronos para Málaga entre 1922 y 1929, año de su fallecimiento.

En 1924 se estrenan dos tronos del escultor granadino, por un lado el de la Sangre con una característica crestería en los faldones, y por otro lado el del Nazareno del Paso, del cual vamos a destacar una cartela lateral en la que se reproduce el Prendimiento realizado por Francisco Salzillo para Murcia.

Trono Nazareno del Paso. Exposición [Arguval].

Este apunte nos sirve para enlazar con la siguiente obra de Luis de Vicente, que será precisamente el trono del Prendimiento realizado también por Salzillo, pero de la cofradía California de Cartagena y que se estrenará en 1925. Ese año es el único que el granadino no estrenará ninguna obra en Málaga, por lo que viaja a Cartagena invitado por la cofradía encarnada a disfrutar de aquella Semana Santa. Según cuentan las crónicas estas fueron sus palabras: “Si los malagueños pudieran ver esto con luz eléctrica... ¡Esto si que es un trono, no lo que hago yo!. Si mis malagueños conocieran estos se volverían locos”.

                         
                                        Trono de San Pedro de 1898 y de San Juan de 1879 de la Cofradía California de Cartagena.

Trono Cristo de la Misericordia [Incienso y Varal].

El tradicional trono de carrete malagueño había evolucionado a un trono de cajón a principios del siglo XX, mientras que el trono de peana cartagenero lo crea un arquitecto en 1878 asimilando el estilo barroco a un concepto modernista protagonizado por ocho grandes cartelas (arbotantes) cuajadas de luz y de flor que rodean a la imagen. Cartagena desarrollará este estilo propio y añade los tronos de Luis de Vicente, no así en Málaga, que tomará su referente artístico en las obras del granadino para darle un estilo propio a la Semana Santa. No será hasta el estreno de las obras de Cristóbal Velasco-Cobos, cuando podamos tener una referencia cartagenera en los tronos malagueños (sobre todo, el trono del Chiquito).

Todos los tronos de Luis de Vicente tenían baterías para la iluminación eléctrica con pequeñas bombillas, como ocurriera con los posteriores de Amor (1926), Zamarrilla (1927), Rico (1928) y Consolación y Lágrimas (1929), siendo este último el más singular por la inclusión de pequeñas bombillas en el palio. Precisamente a partir de la visita a Cartagena, Luis de Vicente comenzará a utilizar las maravillosas tulipas talladas de color caramelo y blancas de la Fábrica de Cristal de la ciudad murciana para sus airosos arbotantes, quedando como reminiscencia de aquello las actuales tulipas del trono de la Esperanza.

                               
                                                  Tulipas Prendimiento. Tulipas Ósculo. Agrupación Ósculo.

El desarrollo que había tenido Cartagena desde 1897 en la aplicación de la luz eléctrica en los tronos era absolutamente innovadora y de un efectismo deslumbrante, consiguiendo en 1915 que los penitentes también cambiaran la cera por bombillas. Esta tecnología sería fruto de una estrecha relación con la Armada y las instalaciones militares instaladas en la base naval de Cartagena. La Guerra de Marruecos y el hecho de que Málaga fuese puerto de embarque de tropas, permitirá contactar con militares de la Armada que debieron influir en el uso de la luz eléctrica al modo cartagenero, como ocurriera en 1921 con el trono de la Soledad de Palma García para la Congregación de Mena, señalado anteriormente.

Como puede comprobarse en las comparativas de los tres tronos de la cofradía California de Luis de Vicente con los desaparecidos en Málaga, las concomitancias merecen un mayor conocimiento de nuestro pasado procesionista desde la perspectiva de otra Semana Santa, como es la propia de Cartagena.

 Tronos de la Esperanza [1922], Amor [1926], Zamarrilla [1927] y Consolación y Lágrimas [1929].

 Tronos del Nazareno del Paso [1924], Cristo de la Sangre [1924] y El Rico [1928].


Tronos del Prendimiento (1925), Oración del Huerto (1926) y Ósculo (1929). Cofradía California de Cartagena


A partir de 1925 irrumpe con fuerza el valenciano Pío Mollar Franch, escultor formado en la Real Escuela de Bellas Artes de San Carlos, que llegará a hacer ocho tronos y tres imágenes titulares además de trece secundarias hasta 1931. Al igual que ocurriera con Aurelio Ureña anteriormente, la falta de un modelo artístico definido, como el propuesto por Luis de Vicente, provocará que tan dilatada obra no ejerza ninguna influencia en las décadas siguientes.

Otro escultor salido de la Real Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y que en 1926 realiza el Cristo Yacente para la cofradía Marraja de Cartagena, es José Capuz Mamano. En esos momentos trabaja en los Talleres de Arte del asturiano sacerdote Félix Granda y Buylla, en los que se realizarán en 1927 dos tronos catafalcos para sendos Sepulcro, uno con destino a Málaga y el otro a la agrupación marraja de Cartagena. La impronta de ambos tronos es única, no en vano se hicieron al mismo tiempo y en los mismos talleres artísticos.

Trono Sepulcro Cartagena. Moisés Ruiz Cantero.

La última obra de interés de este período es la Sentencia del barcelonés José Rius realizada en 1930, en cuyo taller se formó el aloreño José Navas Parejo dos décadas antes y que en ese momento es un eminente escultor en la ciudad de Granada.

Para cerrar el círculo volvamos al principio, al taller de Aureliano Ureña, que realiza en 1931 el trono que actualmente podemos seguir disfrutanto en Cartagena para la Conversión de la Samaritana.

Trono Samaritana [Antiguo, Miarroba.com]. Trono actual [JAR].

Llegados a la parada de mayo de 1931 quedan aún muchas referencias sin añadir, como la musical con la relación del linarense Alberto Escámez López y la cofradía California o la presencia militar, la indumentaria penitente y nazarena, el capirote y el mocho, las presidencias, insignias procesionales, o un momento especial del Lunes Santo cartagenero desde 1925, como es el traslado de la Virgen de la Piedad de José Capuz con miles de promesas que la acompañan tras ella. Pongamos un punto y seguido y dejemos hasta aquí el primer viaje en el tiempo a una realidad vista desde una perspectiva distinta, pero a la vez familiar y reconocible a nuestra esencia cofrade, tan maleable y heterogénea como otras realidades.

Quizás el lector avezado en conocimiento cofrade haya echado de menos algún río entre la inmensidad del mar descrito, cierto es, pues intencionado ha sido.

Invitados quedan los que a un nuevo viaje quieran seguir navegando por nuestra historia marinera de pasiones encontradas en puertos bañados por el Mediterráneo.



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